domingo, 16 de marzo de 2014

Por los viejos tiempos.

¿Te acuerdas de esos vaqueros que tanto te gustaban, pero de los que tuviste que despedirte porque ya no te volverían a caber nunca?
No hablo de ese momento en el que empezaste a engordar, no exactamente. Te hablo de tu desarrollo, de cuando empezabas a crecer...
Comprados en Tabira, negros, muy estrechos. Nunca me gustaron los pantalones estrechos, a pesar de que era muy delgada, solía vestir casi como un chico, pero aún así, mi madre volvió a casa con esos vaqueros. Me encantaron.
Empecé a arreglarme un poco más, y me veía lindísima.
Pero os estoy contando a cerca de mis 13 años...
Una tiene que empezar a crecer, y así fue, pero no es sano crecer solamente en altura, y en aquel entonces yo era sana. (Aún así no quedé gorda, estaba bastante bien) Y me tuve que despedir de mis vaqueros, sabía que no sería capaz de ver otros iguales, pero era lo que había, esa cinturita era imposible para algien mayor de 13... o tal vez no.
Crecí.
Engordé.
Paré.
Adelgacé.
Y a mis 18"enfermé" Aunque esto último sólo los sabemos Ana, tú y yo.
Esos vaqueros fueron a una bolsa, la cual fue a un cuarto, a esperar que un día mi padre la llevara a casa de alguna de mis tías (para mis primas pequeñas) o a alguna parroquia.
He de decir que tengo una pésima m
emoria para las cosas que no considero vitales, tengo un record en pérdidas materiales, en deberes sin hacer y un largo etcétera... Y gracias a dios, mi padre es igual.
Ayer (ahora tengo casi 20 años) fuí al cuarto, y allí estaba la bolsa, esa bolsa de ropa del año de la pera, que estaba ahí para recordarme cuanto había llegado a engordar, aquella bolsa que intentaba ignorar cuando pesaba 70kg, ayer fui a buscarla.
Solo diré que os escribo con una gran sonrisa y unos vaqueros negros increíbles y únicos.
Ánimo y sed fuertes.

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